El venezolano desde que amanece, siente el peso del gobierno; al encender el televisor, se encuentra con una excesiva propaganda política en todos los canales, que trata de convencerlo de las bondades del socialismo. Esto se debe al hecho de que el gobierno controla a la Asamblea Nacional y esta ha aprobado leyes, que obligan a los medios de comunicación social, a transmitir esta propaganda de manera gratuita y además, los medios del Estado ya aburren, pues se dedican a la campaña política a tiempo completo.
Pero también se siente muy fuertemente la presencia del Estado, cuando salimos a la calle y vamos viendo a los obreros uniformados con camisas rojas y emblemas, vallas, vehículos oficiales, propaganda en el metro, bancos, mercados, etc. y es que en verdad, este gobierno no está dejando nada a la iniciativa privada.
No se pierde oportunidad con la propaganda
Ha expropiado industrias, bancos, compañías de seguros, casas de cambio, tierras, comercios grandes y pequeños que incluyen joyerías, zapaterías, venta de comida rápida, edificios, hoteles y con la avalancha de leyes, acabó con la flota pesquera y hasta con los mineros artesanales.
No quiere que ningún medio de producción, esté en manos privadas, pero resulta, que todo lo que toma lo arruina, como el caso de la generación de energía eléctrica, en la que dejamos de ser exportadores, para sufrir ahora de constantes apagones. Sin embargo, es en la ganadería y la agricultura, donde nuestro pueblo está sufriendo el golpe más rudo.
Nuestra seguridad alimentaria quedó relegada, a las importaciones realizadas con divisas provenientes de la explotación petrolera, que de manera extraordinaria, ha sido la única industria que de manera solapada, ha sido privatizada, ya que este año y en contra de la Ley de Nacionalización de Hidrocarburos de la época del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, otorgó a más de treinta compañías transnacionales, concesiones en la faja del Orinoco.
En cuanto al problema de la vivienda, es obvio que la iniciativa privada se viene a cero, pues tanto a constructores como a financistas, se les ha tratado como a delincuentes, lo que irá agravando cada vez más el problema.
Un barrio en Caracas
Imaginemos lo que sucedería en Venezuela, si bajaran los precios del petróleo, tal y como ocurrió en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, que llegó a siete dólares por barril. Ahora me pregunto: ¿Cómo es posible que en ese período presidencial, con el barril de petróleo casi al costo, pudiésemos vivir mejor que ahora?
La respuesta está en el hecho de que en aquellos tiempos se hablaba del milagro agrícola venezolano, de la raza Carora que producía más de veinte litros de leche diario, de las pujantes industrias básicas, de la súper generación de energía eléctrica que nos permitía venderla a Colombia y Brasil, exportábamos acero, aluminio, cemento, café, cacao, arroz, casi nos abastecíamos de maíz y ahora en cambio, importamos todo lo mencionado y más.
Este es el motivo por el cual, el petróleo que llegó a estar con este gobierno a más de ciento sesenta dólares por barril, no alcanza para satisfacer las necesidades de la Nación, con lo cual se ha recurrido al crédito en diversas modalidades, como lo es la venta de petróleo a futuro, que se le ha hecho a China y el adelanto que han hecho las transnacionales con el otorgamiento de concesiones en la faja del Orinoco.
Todo esto se lo debemos a la política estatista de este gobierno, que se empeña en imponernos un modelo al que llama socialismo del siglo 21 y que no es más que el fracasado capitalismo de estado, que acabó con la Unión Soviética y llevó a Cuba a la miseria.-
Fernando Miranda
Twitter @miranda1951
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